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viernes, 12 de octubre de 2012
FMA: PÉRDIDA DE IDENTIDAD Y MUSICOFOBIA
Periódico La Verdad, publicación de José Miguel Ferrer Puche
A estas alturas, me escandalizan más los entresijos de la crisis que las polémicas planificadas para llamar la atención
El Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) acogió,
del 21 al 29 de septiembre de 2012, la celebración del 28 Festival de
Música Contemporánea de esta ciudad con 57 obras programadas de 46
compositores diferentes, 15 de ellas estrenos absolutos. El Auditorio,
el Teatro Principal, el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y
tres sedes más albergaron los once conciertos programados, así como las
charlas y una instalación.
Como en la edición 2011, la Orquesta Nacional inauguró la
muestra bajo la dirección de Rubén Gimeno (Valencia, 1972), quien
preparó dos conciertos fuera del repertorio habitual, con un estreno
absoluto, la Elegía concertante del bilbaíno Joseba Torre (1968), que
puede ser interesante como «punto de partida», tal y como califica el
propio autor a su lirismo.
El director de la Birmingham Contemporary Music Group, el
compositor Oliver Knussen, tomó la batuta en tres de las piezas que se
pudieron escuchar durante la noche del 23 de septiembre. La primera fue
una de su propia autoría, Ophelia Dances (estreno en España). Knussen
pasó sin pena ni gloria, como sus mismas composiciones y, a pesar de ser
la estrella del día, fue estrella fugaz y se disolvió en un derroche de
energía y patrocinio que bien podría haberse dedicado a compositores
alicantinos de muy superior valía, que no ven la forma de estrenar sus
obras… Homage to Picasso (2010), de Benet Casablancas, tuvo momentos de
viveza musical, salvando en parte la noche.
Ha habido variedad, pero escaso nivel. La Orquesta de
Cámara del Auditorio de Zaragoza (OCAZ), se presentó con 16 miembros
solistas y fue dirigida por Juan José Olives. El cuarteto Diotima
presentó cuatro obras, de las cuales Lurralde de Ramón Lazcano y
Cuarteto nº 4 de Thomas Simaku fueron estrenos absolutos en España.
Otro día también tuvimos la oportunidad de escuchar al
grupo de solistas del Ensemble Modern (EM) y obras de autores de finales
del siglo XX y XXI. De entre todas estas piezas, tan solo el trío para
violín, trompa y piano del magistral György Ligeti, se salvó del
abucheo.
Como contrapunto a esta crónica trazar un recuerdo de
este que es posiblemente el verdadero y más grande compositor del siglo
XX, quien visitó este festival de música cuando todavía conservaba la
sigla de 'contemporáneo', antes de perder sus siglas de identidad.
Ligeti no solo ha sido maestro en el desarrollo, la textura, la
composición, sino que llevó la ampliación de los horizontes de la
armonía a un mundo extraordinario, poético y lleno de descubrimientos.
Nadie puede colgarse en el pecho la medalla de 'moderno' con más honor y
dignidad que Ligeti.
Durante los últimos días del Festival de Música de
Alicante hemos asistido a un programa, sobre todo el del viernes 28 de
septiembre de 2012, de esos de los que no pueden faltar en esta clase de
aquelarres sobre 'lo contemporáneo'. Ser pianista y extravagante animal
escénico, junto a advenedizo de políticos, le ha valido al señor Carles
Santos una carrera basada en escandalizar, como intentó con su
Maquinofobia pianolera. ¿Para qué financiar con dinero público
semejantes esperpentos? Solo gracias a políticos culturales, de los que
han estudiado derecho y a su vez no suelen tener la menor idea de
aquello que gestionan, sea música, arte o literatura; con mecenas como
los Wesendonk, que pagaron muchos años de manutención y deudas a Wagner,
logramos una obra como 'Tristán e Isolda', y benditos sean los
Wesendonk con todos sus complejos de época y de clase… Pero para llevar
adelante obras de Carles Santos la gente cultivada, con gusto, con
conocimiento, no sirve: hacen falta nuestros maravillosos políticos de
la cultura, esos hombres trajeados que se dedican a salir en los
periódicos y a vanagloriarse con palabrerías de frescor financiero.
A estas alturas ya del siglo XXI, me escandalizan mucho
más los entresijos de la crisis económica, con sus aberraciones
bancarias, que estos escándalos hechos a mano y a máquina, estos
escándalos planificados, estos escándalos diseñados, a fin de cuentas,
para llamar la atención y que ya no llaman la atención de nadie, solo la
vergüenza de lo que se hace con el dinero público.
El balance final del FMA es, desgraciadamente, el de un
cierto fiasco que se desliza poco a poco y que se lee (y se oye) entre
líneas, un signo de la cultura de nuestro tiempo: el de la decadencia.
La facultad de los grandes compositores de siglos anteriores residió,
además de su talento netamente musical, en codificar la filosofía, la
emoción, la pasión con la que existieron, y esto ha quedado registrado
en el código genético de su música. Precisamente por ello a fecha de hoy
el público sigue reclamando esas configuraciones sonoras que llamamos
música. Sin embargo, con el siglo XX llega la especulación con el arte,
los medios de masas, la popularidad barata, la carencia de sentido
cuando el sentido sólo parece ser llamar la atención. Lo más triste de
este derroche de dinero publico es el hecho de que el público no está
interesado en lo que se le ha ofrecido, luchando para no sucumbir a la
musicofobia que parece proponernos el desatino de los tiempos.

martes, 9 de octubre de 2012
Musicofobia
Musicofobia en el Festival de Música de Alicante 2012
Por José Miguel Ferrer Puche
Presidente de la Asociación Wagneriana de Alicante
Enviado especial al FMA 2012
Otro día también tuvimos en Alicante la oportunidad de escuchar al grupo de solistas del Ensemble Modern (EM) y obras de autores de finales del siglo XX y XXI. El grupo fue fundado en el año 1980 y están establecidos en Frankfurt; dicen que es uno de los más destacados grupos de cámara de Europa y en la actualidad consta de 19 solistas de ocho nacionalidades diferentes. Y precisamente y quizás aquí reside el problema, ¿qué significado tiene el término solistas? ¿Cuántos han de ser? A la vista de las obras programadas, vienen sólo ocho solistas de los diecinueve: los necesarios para piano (y clavecín), oboe, clarinete, trompa, trompeta, violín, viola y violonchelo. Un concierto de cámara que es más bien de “mini-cámara”: de sus seis piezas, una sola para cuatro intérpretes. Y de entre todas ellas, tan solo el trío para violín, trompa y piano del magistral György Ligeti, se salvó del abucheo. Como contrapunto a esta crónica trazar un recuerdo de este que es posiblemente el verdadero y más grande compositor del siglo XX. Ligeti no solo ha sido maestro en el desarrollo, la textura, la composición, sino que llevó la ampliación de los horizontes de la armonía a un mundo extraordinario, poético y lleno de descubrimientos. Si obviamos su sentido del humor, su “música pura”, su música de cámara, su obra vocal dedicada a las melodías que compusieron el tejido melódico tradicional de su tierra, nos sitúan ante lo inevitable: la plataforma del nacionalismo musical del que surge un compositor universal. Nadie puede colgarse en el pecho la medalla de “moderno” con más honor y dignidad que Ligeti, mientras que otros escandalizan con basura pagada con dinero público llevando la cultura al borde mismo de la extinción por aburrimiento, por falta de gusto, y ante todo, por falta de talento. Porque, como apuntaba, para que gente como Santos haga carrera con semejante bagaje sin valor alguno, es necesario estar enchufado, y el enchufe institucional en el mundo de la música clásica significa que esas atrocidades que nos hacen sonreír en el mejor de los casos, se hacen a costa de dejar en el olvido a quienes se toman la composición y la música como algo serio, poderoso, profundo y ligado a la humanidad.
En resumen, este festival, que ha perdido por el camino las siglas de identidad y ha dejado de llamarse “contemporáneo”, ha sido el fiasco final, sin verdaderos compositores comprometidos con ideas, sino musikanten perdidos en busca de sonidos sin significado, donde nadie parece haber comprendido el concepto de estructura, ni el de profundidad, que nos deja como desenlace un sabor agrio y los tímpanos horrorizados y profanados por el estupor del ruido sin más. Se espera un cambio de rumbo y sobretodo “criterio profesional” y “conocimiento” por parte de quienes se gastan el dinero público en chorradas campestres como las que hemos tenido que soportar, con la penuria de que quienes lo organizan, posiblemente, consideran imbéciles a los oyentes. No todos lo somos… no conseguirán causarnos la musicofobia a quienes la amamos, la comprendemos y estamos preparados para distinguir al genio de la tomadura de pelo.
Por José Miguel Ferrer Puche
Presidente de la Asociación Wagneriana de Alicante
Enviado especial al FMA 2012
Durante
los últimos días del Festival de Música de Alicante hemos asistido a un
programa, sobre todo el del viernes 28 de septiembre de 2012, a lo que
no podía faltar en esta clase de aquelarres sobre “lo contemporáneo”. Ser
pianista y extravagante animal escénico, junto a advenedizo de
políticos, le ha valido al señor Carles Santos una carrera basada en
escandalizar. Personalmente, a estas alturas ya del siglo XXI,
me escandalizan mucho más los entresijos de la crisis económica, con sus
aberraciones bancarias, que estos escándalos hechos a mano y a máquina,
estos escándalos planificados, estos escándalos diseñados, a fin de
cuentas, para llamar la atención y que ya no llaman la atención de
nadie, solo la vergüenza de lo que se hace con el dinero público.
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Maquinofòbiapianolera |
Durante el siglo XX llegó la hora de especular con todo, también con el arte. Carles
Santos es el más claro ejemplo de lo que es hacer carrera a base de
chupar la sangre a una estética exangüe, la de la especulación escénica y
sonora. En una sociedad con una cultura musical en decadencia,
era de esperar que el escándalo programado, que trabajar para el
escándalo, tenía que dar algún fruto. Porque pretender crear belleza y
codificar con sonidos la filosofía, el pensamiento o la pasión, valores
que están garantizando la reutilización de la música de siglos
anteriores, especialmente del XVIII y XIX, requieren verdadero talento
musical, el que todos reconocemos, nos caiga mejor o peor este o aquel
compositor. Esta absoluta carencia de ideas es lo que subyace tras la
obra completa de Carles Santos. Una carrera diseñada para hacerse sobre
la nada de nuestro tiempo. No hay que estar tan loco como se lo hace en
escena, es solo un disfraz: porque para ser la proposición del PSPV como vocal del Consell de Cultura Valenciano hay que echar muchas horas “de partido”,
no hay que estar loco. Hay que dedicarse en cuerpo y alma a quedar con
unos y con otros, a fumar y beber mucho para maquinar toda la plataforma
de influencias que lo convierten a uno en eso, un enchufado sin talento
que termina por ser vocal del Consell de Cultura en el año 2012. Eso es
signo de la profunda decadencia que sufre en muchos aspectos la
sociedad moderna en general y en concreto la Comunidad Valenciana.
Quizá debido a este gasto de energía que hace el señor Santos en
política consigue estar enchufado en festivales en los que, precisamente
por la falta de tiempo y talento, tiene que mostrar obras que no le
interesan a nadie, salvo (quizá) a su ego, estupideces que solo suponen
un insulto a los ciudadanos, a los contribuyentes, a los miembros de una
sociedad maltratada por el despilfarro y la chorrada descabellada.
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Rosa María Molleda Clara Coordinadora del Festival de Música de Alicante 2012 |
“Ser pianista y extravagante animal
escénico, junto a advenedizo de
políticos, le ha valido al señor
Carles Santos una carrera basada
en escandalizar (…)”
El
espectáculo prestado por el señor Santos al festival alicantino era una
estruendosa guerra contra la maquinaria de una fábrica de galletas
desmantelada. Pistones, electroválvulas y motores de naves espaciales
eran los buques insignia de la flota de ruidos. Desgraciadamente sin
acabar lo que parecía proponerse, Carles se daba de testarazos contra un piano que sufrió en el proceso la pérdida de alguna de sus teclas. Lástima, que en lugar de las teclas no se rompiera otra cosa.
CaboSanRoque lleva diez años sacando música de instrumentos
creados a partir de objetos tan variados y comunes como lavadoras,
máquinas de coser, grapadoras, puertas chirriantes y demás, alguno de
ellos encontrados en los mismos contenedores de basura de nuestras
calles, y también sacando subvenciones para poder estrenar tan
alucinantes elucubraciones sonoras, porque de lo contrario, ¿Cómo
financiar semejantes esperpentos? Sólo con políticos; con mecenas como
los Wesendonk, que pagaron muchos años de manutención y deudas a Wagner,
logramos una obra como Tristán e Isolda, y benditos sean los Wesendonk
con todos sus complejos de época… Pero para llevar adelante estos
esperpentos contemporáneos la gente cultivada, con gusto, con
conocimiento, no sirve: hacen falta nuestros maravillosos políticos de
la cultura, esos hombres trajeados que se dedican a salir en los
periódicos y soltar paridas como los caballos sueltan bostas.
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Carles Santos, vocal del Consell de Cultura de La Comunidad Valenciana 2012 |
Confrontar
un instrumento tan noble como un piano, con un ingenio mecánico
controlado por ordenador y exento de todo tipo de sensibilidad o
sentimiento, me parece una nueva tontería sobre la que se podrían sacar
variaciones sin fin, y estoy seguro de que Santos y los suyos, mientras
tengan subvenciones para financiarlo, nos mostrarán esas variaciones.
Como espectáculo, habría ganado más mostrando poco a poco los distintos
instrumentos de la máquina, sin embargo, a solo un minuto del comienzo,
esta se puso a rugir con fervor. No me extrañó que en el minuto dos se marcharan varias personas de la representación presas del pánico.
Al final, máquinas que fabrican dinero, máquinas que pagan objetos y
máquinas que nos hacen “música”, que se llama así solo porque ellos se
empeñan en eso, porque eso ya no es música, sino ruido y, una vez más,
bajo su capa de complejidad “teórica” la ocultación de un objetivo tan
simple como lamentable: las ganas de un chico con complejos de llamar la
atención en clase.
Solistas del Ensemble Modern |
“(…) musikanten perdidos en busca
de sonidos sin significado, donde
nadie parece haber comprendido
el concepto de estructura, ni el de
profundidad, que nos deja como
desenlace un sabor agrio y los
tímpanos horrorizados y
profanados (…)”
Otro día también tuvimos en Alicante la oportunidad de escuchar al grupo de solistas del Ensemble Modern (EM) y obras de autores de finales del siglo XX y XXI. El grupo fue fundado en el año 1980 y están establecidos en Frankfurt; dicen que es uno de los más destacados grupos de cámara de Europa y en la actualidad consta de 19 solistas de ocho nacionalidades diferentes. Y precisamente y quizás aquí reside el problema, ¿qué significado tiene el término solistas? ¿Cuántos han de ser? A la vista de las obras programadas, vienen sólo ocho solistas de los diecinueve: los necesarios para piano (y clavecín), oboe, clarinete, trompa, trompeta, violín, viola y violonchelo. Un concierto de cámara que es más bien de “mini-cámara”: de sus seis piezas, una sola para cuatro intérpretes. Y de entre todas ellas, tan solo el trío para violín, trompa y piano del magistral György Ligeti, se salvó del abucheo. Como contrapunto a esta crónica trazar un recuerdo de este que es posiblemente el verdadero y más grande compositor del siglo XX. Ligeti no solo ha sido maestro en el desarrollo, la textura, la composición, sino que llevó la ampliación de los horizontes de la armonía a un mundo extraordinario, poético y lleno de descubrimientos. Si obviamos su sentido del humor, su “música pura”, su música de cámara, su obra vocal dedicada a las melodías que compusieron el tejido melódico tradicional de su tierra, nos sitúan ante lo inevitable: la plataforma del nacionalismo musical del que surge un compositor universal. Nadie puede colgarse en el pecho la medalla de “moderno” con más honor y dignidad que Ligeti, mientras que otros escandalizan con basura pagada con dinero público llevando la cultura al borde mismo de la extinción por aburrimiento, por falta de gusto, y ante todo, por falta de talento. Porque, como apuntaba, para que gente como Santos haga carrera con semejante bagaje sin valor alguno, es necesario estar enchufado, y el enchufe institucional en el mundo de la música clásica significa que esas atrocidades que nos hacen sonreír en el mejor de los casos, se hacen a costa de dejar en el olvido a quienes se toman la composición y la música como algo serio, poderoso, profundo y ligado a la humanidad.
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György Ligeti |
“Ligeti no solo ha sido
maestro en el desarrollo,
la textura, la composición,
sino que llevó la ampliación
de los horizontes de la
armonía a un mundo
extraordinario (…)”
En resumen, este festival, que ha perdido por el camino las siglas de identidad y ha dejado de llamarse “contemporáneo”, ha sido el fiasco final, sin verdaderos compositores comprometidos con ideas, sino musikanten perdidos en busca de sonidos sin significado, donde nadie parece haber comprendido el concepto de estructura, ni el de profundidad, que nos deja como desenlace un sabor agrio y los tímpanos horrorizados y profanados por el estupor del ruido sin más. Se espera un cambio de rumbo y sobretodo “criterio profesional” y “conocimiento” por parte de quienes se gastan el dinero público en chorradas campestres como las que hemos tenido que soportar, con la penuria de que quienes lo organizan, posiblemente, consideran imbéciles a los oyentes. No todos lo somos… no conseguirán causarnos la musicofobia a quienes la amamos, la comprendemos y estamos preparados para distinguir al genio de la tomadura de pelo.

Un festival sin identidad concreta
La Asociación Wagneriana en el Festival de Música de Alicante:
Un festival sin identidad concreta
Por José Miguel Ferrer Puche
Presidente de la Asociación Wagneriana de Alicante
Enviado especial al FMA 2012
Pero no solo sufrimos los estragos de la crisis en los recortes, sino que desde hace tres campañas, en el festival perdimos también siglas y con ello parte de su identidad: quedó eliminado el término “Contemporánea”, cuando siempre lo fue e imagino que seguirá siéndolo; como si un experto cirujano, deseando eliminar quizá el origen de la poca afluencia de púbico a los festivales de música contemporánea, hubiera intentado seccionar con bisturí cierta tumoración ya neoplásica. Perdemos pues identidad pero también calidad y público.
Un festival sin identidad concreta
Por José Miguel Ferrer Puche
Presidente de la Asociación Wagneriana de Alicante
Enviado especial al FMA 2012
Con un presupuesto de 485.000 euros, el Festival de Música de Alicante 2012 ha sufrido un 17% de tijeretazo con respecto a la edición del año pasado
debido a la crisis, algo que hemos notado, no tan solo en la
coordinación y organización del mismo, sino en la desaparición por
ejemplo del Encuentro Profesional que reunía a autores, editoriales,
grupos, etcétera. El Gobierno veta la creación de una fundación
que gestione en conjunto los festivales de Alicante en torno a la
creación contemporánea (Festival de Música y Muestra de Teatro), y lo
hace vetando los estatutos de la fundación por medio del Ministerio de
Hacienda, que entiende que la misma generaría más gastos por su
infraestructura, aunque ¿qué podemos esperar cuando el mismo Ministro de
Hacienda, Cristóbal Montoro, habla de la cultura como un mero
“entretenimiento”, un pasatiempo? Cuesta entender que no tengamos dinero
para nuestra cultura y sí tengamos por ejemplo cien millones de euros
para un tranvía Alicante-San Vicente que supone otra fatigosa hipoteca
para los ciudadanos.
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Benet Casablancas |
“Homage to Picasso (2010),
de Benet Casablancas, constituyó
la primera incursión del autor en
el género concertante y tuvo
momentos de viveza musical, (…)”Pero no solo sufrimos los estragos de la crisis en los recortes, sino que desde hace tres campañas, en el festival perdimos también siglas y con ello parte de su identidad: quedó eliminado el término “Contemporánea”, cuando siempre lo fue e imagino que seguirá siéndolo; como si un experto cirujano, deseando eliminar quizá el origen de la poca afluencia de púbico a los festivales de música contemporánea, hubiera intentado seccionar con bisturí cierta tumoración ya neoplásica. Perdemos pues identidad pero también calidad y público.
Dejemos la sala de operaciones y pasemos a lo realmente interesante: el
festival de Alicante y la música. El director de la Birmingham
Contemporary Music Group, el compositor Oliver Knussen, tomó la batuta
en tres de las piezas que se pudieron escuchar durante la noche del 23
de septiembre. La primera fue una de su propia autoría, Ophelia Dances
(estreno en España), compuesta en 1975. Los escritos sobre chamanismo
de Carlos Castaneda y los seres míticos ayudaron a dar forma al concepto
de Nature (2012), de Tansy Davies (estreno en España), segunda obra que dirigió Knussen. Y la tercera fue Dove of Peace. Oliver
pasó sin pena ni gloria, no falla la dirección, sino la misma
composición, las obras, el talento, pero no hay más presupuesto y a
pesar de ser “la estrella del día”, pasó fugaz y se evaporó en un
derroche de energía y dinero.
Homage to Picasso
(2010), de Benet Casablancas, constituyó la primera incursión del autor
en el género concertante y tuvo momentos de viveza musical, salvando en
parte la noche.
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Grupo Enigma (OCAZEnigma) |
La
Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza (OCAZ), conocida
coloquialmente como “Grupo Enigma” u OCAZEnigma, se presentó con 16
miembros solistas y fue dirigida por Juan José Olives. El programa
incluyó dos estrenos absolutos y dos obras más: Septeto en dos movimientos de Carles Guinovart (Barcelona, 1941); Sinfonía de cámara de Jesús Villa-Rojo (Brihuega, 1940) son los estrenos. Y Variations and Finale
(1958) para diez instrumentos, de Humphrey Searle (1915-1982),
probablemente la mejor obra de cámara de su producción, de 18 minutos. Finalmente, Sinfonietta(1932)
de Benjamin Britten (1913-1976) para diez instrumentos, de 15 minutos
de duración. En resumen, calidad e interpretación bastante aceptables.
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Cuarteto Diotima |
El cuarteto Diotima presentó cuatro obras, de las cuales Lurralde de Ramón Lazcano y Cuarteto nº 4 de Thomas Simaku fueron estrenos absolutos en España. Pudimos escuchar después Silent Flowers de Toshio Hosokawa y Cuarteto nº 4
de Arnold Schoenberg. Sus programas están caracterizados por
un profundo compromiso con la música de nuestro tiempo, alternando con
este repertorio contemporáneo el tradicional clásico y el romántico para
cuarteto de cuerda; sin duda habríamos disfrutado más de su lado
clásico, hacia el que quizá deberían dirigir más sus esfuerzos, y
podíamos haber prescindido totalmente de los estrenos que resultaron de
poco interés.
Pobre, muy pobre la programación del bloque intermedio del festival del
que esperábamos muchísimo más; a falta tan solo de la clausura del
mismo podemos decir que la falta de público y calidad de composición han
hecho acto de presencia conforme hemos avanzado en el festival y, como
no, van de la mano.

lunes, 1 de octubre de 2012
La Asociación Wagneriana en el Festival de Música de Alicante
Desconcierto en el Festival de Música de Alicante
Por José Miguel Ferrer PuchePresidente de la Asociación Wagneriana de Alicante
Enviado especial al FMA 2012

Junto a La Orquesta Nacional de España (ONE), que ofrecerá dos conciertos, y La Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) con
su Academia de Música Contemporánea, con tres conciertos programados,
en la presente edición figuran en el cartel otras formaciones como el
Birmingham Contemporary Music Group dirigido por Oliver Knussen (con
obras de Knussen, Tansy Davies, Philip Cashian y Benet Casablancas), los
solistas del Ensemble Modern (con obras de Luciano Berio, György Ligeti
e Isang Yun, entre otros), el Sax-Ensemble (con José Luis Temes al
frente y obras de Xavier Montsalvatge, Luis de Pablo, Benet Casablancas y
Tomás Marco), el Cuarteto Diotima
(obras de Ramón Lazkano, Thomas Simaku, Toshio Hosokawa y Arnold
Schoenberg), o el grupo OCAZEnigma que dirige Juan José Olives.
Me gustaría, hablando de la coordinación de este año, mencionar una
curiosa anécdota acontecida en los primeros días del festival. Como
medio de comunicación, siendo corresponsal de Culturamas para el FMA y
en calidad de Presidente de la AWA, se solicitaron entradas para cubrir
el festival a coordinación: no hubo respuesta. Tras algunas
comunicaciones telefónicas pudimos estar en el festival presuntamente, y
digo porque cuando se presentó la Asociación Wagneriana no había entradas reservadas;
me hizo gracia que después de pelearlo, se me hiciera entrega de una
invitación que iba dirigida a Eneas Ferris, periodista de otro medio, me
pregunto si pudo asistir… Pero seguíamos sin estar invitados al resto
de conciertos como se nos aseguró en un primer momento. Después del
concierto puede hablar con Rosa María Mollado, coordinadora del
Festival, la cual me propuso llamar a la habitación de un hotel cada día que deseara ir a cubrir el festival;
me pregunté qué tipo de organización era esta, pero lo descubrí cuando
al llamar al día siguiente a dicha habitación no había nadie… Finalmente
y después de estar toda la mañana intentando comunicar con alguien,
dimos con una chica de prensa muy simpática que se prestó a pasar
nuestras peticiones a la mujer del pelo verde y azul; y por fin, aunque
de nuevo por otro solo día, la Asociación pudo estar en el festival.
Pero
pasemos al auditorio, al festival y al concierto. El auditorio, obra
del arquitecto Juan Antonio García solera, tiene una acústica bastante
aceptable, aunque adaptada a la inversión y gasto público que ha
supuesto.
Como en la edición 2011, la versátil Orquesta Nacional inauguró la
muestra con la dirección de Rubén Gimeno (Valencia, 1972). Rubén se preparó dos conciertos fuera del repertorio habitual, con un estreno absoluto, la Elegía concertante del bilbaíno Joseba Torre (1968): en esta obra, el
compositor trenza un persistente diálogo entre grupos y solistas de la
orquesta, hilvanado por las voces de dos saxos enfrentados
antifonalmente en el conjunto, una partitura cargada de fuerza, pero dotada de un lirismo que el propio autor establece como “punto de partida”.
Dentro del catálogo de Olivier Messiaen, tuvimos Las ofrendas olvidadas de 1930 y el Concierto a cuatro de 1991, que se fusionaron como un brillante acierto de programa;
Gimeno las tradujo correctamente, secundado en la última por tres
primeros atriles de la ONE –Sotorres en la flauta, Silla al oboe y
Quintana con el violonchelo- y Juan Carlos Garvayo como vigoroso
pianista. De ecos y sombras del compositor Cristóbal Halffter
fue estrenada en 2009 por la propia Nacional; la palpitante energía de
la pieza sigue intacta. Alqibla (1998) de José María Sánchez
Verdú, que oscila entre el susurro –de los propios instrumentistas– y la
contundencia orquestal, en Alicante recibía su segunda interpretación
española. Gimeno gustó un segundo día a la audiencia con la obra más
«vieja», la Sinfonía nº 1, Jeremías de Leonard Bernstein,
expuesta con pasión. Esperamos y deseamos que el resto del programa del
festival esté a la altura de lo que hemos visto hasta ahora.
